La técnica quirúrgica del microinjerto de cabello, también llamada implante capilar, consta de tres partes: la extracción de folículos de la zona donante, clasificación de las unidades fuliculares y colocación de estos injertos en la zona alopécica. Se utiliza anestesia local en la zona a tratar y la duración aproximada de la intervención es de tres a seis horas. Durante el periodo que va de seis a doce meses después de la intervención, el cabello continuará creciendo en longitud y diámetro. Pero el resultado final no se observa hasta transcurridos unos diez o doce meses. Existen dos técnicas principales, la FUE (extracción de unidades foliculares) y la técnica FUSS (extracción de unidades foliculares con tiras técnicas).
Los resultados son permanentes e inmediatos, pero se ven mejor después de tres o cuatro meses después de la intervención. Si bien existe un posible riesgo de infección, hemorragias o problemas con la cicatrización, no suelen ser habituales
Se pueden utilizar dos técnicas muy similares, la microselección folicular (también conocida como FUSS o STRIP) y la extracción de unidades (FUE). En el primer caso, el cirujano trasplanta los cabellos a partir de una tira de cuero cabelludo que extirpa del paciente, insertando los folículos en la zona afectada por la calvicie. En el segundo, el cirujano selecciona los mejores folículos pilosos y los inserta uno a uno en el área a tratar, sin necesidad de extraer cuero cabelludo.
El paciente tiene que usar una venda en la cabeza durante un día. Cumplido ese plazo, puede retomar sus actividades cotidiana con normalidad. Tendrá que evitar realizar movimientos bruscos, así como hacer deporte hasta que lo determine el médico.
El trasplante capilar está contraindicado en mujeres embarazadas o que estén amamantando. Asimismo, no es aconsejable en pacientes con enfermedades respiratorias, sistémicas, cardiovasculares o autoinmunes, así como en personas con problemas de cicatrización o de coagulación.
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